Hablar, comunicarnos, decir lo que pensamos, escribir lo que vamos a decir. Lo hacemos cada día naturalmente y parece la cosa más fácil. Nos comunicamos a través de cualquier canal y cada vez de manera más rápida e ilimitada. Lo hacemos sin darnos cuenta de que con cada cosa que decimos, que expresamos, cada mensaje que escribimos y enviamos, estamos dejando nuestra huella, algo que habla sobre nosotros. Nuestra marca personal.
En cualquier red social vamos dejando el rastro de nuestra historia. Hoy nos hemos convertido en narradores de historias, las propias y de las de los demás. Casi somos líderes de opinión, con el poder de mostrarnos al mundo. Nos parece relativamente fácil, como si hubiéramos nacido haciéndolo, y suponemos que lo hacemos bien.
Hasta que llegas al Workshop de Storytelling de Javier Argüello. En un fin de semana te das cuenta de que no basta con decir. Intervienen el entorno, el código, lo que esperamos que pase cuando emitimos la información. Qué generamos en los demás. Qué generan las marcas para que la sociedad responda de una manera u otra. Con qué valores queremos que nos relacionen, cuál es nuestro alma, aquello que nos define, cuál es nuestra voz, cómo contamos las cosas que nos construyen. Cómo contamos el cuento de nuestra historia. Y más lejos aún, cómo contamos la historia de los demás. ¿Cómo ponernos en la piel de algo que desconocemos?
El objetivo al emitir un mensaje no es solamente que nos entiendan, sino algo mucho más difícil: que nos crean. Ya sabemos lo que las marcas nos van a contar, muchas cuentan lo mismo pero lo que las diferencia son las historias sobre cómo son.
“Las historias son acciones, no declaraciones. Las historias construyen realidades. ¡Creemos y creamos en las historias!”, afirmó Javier.
Un gran profesor que en cuestión de un fin de semana te desmonta todo aquello que llevas haciendo toda tu vida creyendo que lo hacías bien. Y ahora me pregunto, ¿cuál es mi historia?
